Eso mismo le pasó a Astrud Gilberto, que estuvo allí cuando cayó el rayo de la oportunidad. No lo buscó, fue lo que los ingleses llaman
serendipity. Nunca se había propuesto cantar y menos en público, pero cuando su marido João Gilberto se fue a EEUU a grabar con Stan Getz y les pidieron una versión en inglés de la chica de Ipanema, resultó que la única persona presente en el clan brasileño que tenía un mínimo dominio del inglés era Astrud, que viajaba como simple acompañante de su marido. Le propusieron que cantara en la sesión de grabación y así lo hizo. No tenía muchos registros, no subía mucho, no bajaba mucho, el tono era un poco plano, lánguido y algo apagado, claramente ella no era cantante, pero había algo en el timbre de su voz, en su cadencia, en esa languidez que resultaba insoportablemente atractivo... y de repente, Astrud Gilberto sin quererlo y sin buscarlo, se convirtió en estrella involuntaria y su voz en un icono tropical de vida fácil, cocoteros, voluptuosidad, cócteles y chicas guapas en bikini.
1 comentario:
Recuerdo un poema deslumbrante de Salvatore Quasimodo (E subito sera):
Todo hombre está sólo, en mitad de la Tierra, atravesado por un rayo de sol...y de pronto anochece
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